I don't give a fuck [Staz]

La noche pasa lenta en la ciudad, curiosamente tan lenta que la hace remarcar lo artificial que es, eso y la luna, la luna sonriendo vilmente a la ojos verdes quien regresaba de mirarse al espejo, mirarse para esperar que la realidad volviera a tener sentido. Sus manos danzaban en el aire que inundaba la noche, los pliegues de su vestido azul con el lindo delantal blanco manchado de chocolate, había entregado unos cuantos panecillos a sus quisquillosos amigos de la central, amigos que eran como ella, que tenían la misma mente color chocolate, chocolate con cereza rellena. Tenía hambre. Claro, por ello era quien pensaba en chocolate con sangre, oh, claro, las cerezas eran solo una cubierta. Ya era más de media noche, la justicia estaba más calmada a esas horas, tomando café con leche, donas, esas cosas que hacían, hacen y harán.

Unos cuantos radares por evadir, callejones por los cuales cruzar, pasar por lo descompuesto días atrás, lo cotidiano, lo normal, lo del día a día. Pasar a ver a Anastacia estaba entre sus planes, pero era demasiado tarde, estaría durmiendo en algún lugar, siempre escondiendola, siempre en diferentes zonas. Y ahí fue cuando quedo en cuenta, no tenía nada más que hacer esa noche, estaba encantadamente desencantada, era difícil de explicar, más para una mente como la de ella. Mente, si, eso, pastillas, no, eso no.

- Locura y destrucción, no se debe preguntar lo que ya se sabe no es de buena educación...

Ahí hablaba su subconsciente en voz alta, convenciendola de que podría triunfar sin la necesidad del sticker que los callaba, pero había un truco para ello, dejar que hablara, que se comunicara, mientras eso le ponía contratiempos y conducía a lo que no debía hacer, según el subconsciente. Tan exagerado pero a la vez tan simple, eso es muy critico hasta para Sophie.

La luna era algo que me agradaba. A diferencia de aquel sol artificial y molesto que solo me hacía sentir con dolor de cabeza al parecerse al sol original, el cual ahora posaba en una tierra de vacío desbastada por encima de nuestras cabezas, o quizá eso era lo que nosotros pensábamos, pero en realidad podría pasar que haya sobrevivientes arriba remontando la humanidad y nosotros encerrados en esta extraña burbuja de la cual no podríamos evacuar sino por aquel agujero sin esperanza de vida para muchos, sin embargo para mi que ahora me alimentaba de sangre no sería problema si llevara un poco de ganado.

Las noches aparte de traerme sentimiento de calma de no tener esas jaquecas que la luz del día me provocaban, también traían el hambre. La sed de sangre que debía saciar de alguna manera, era incómodo sentirlo, pero ya me había acostumbrado un poco a este sentimiento de querer agarrar algún animal o persona y beber de su líquido rojo que circula dentro de su cuerpo. Hasta ahora solamente había logrado agarrar y beber sangre de animales, de una persona, solamente la primera vez, y ese hermoso gusto nunca me lo pude sacar de mis colmillos. Ese sentimiento al sentir la sangre de una persona era algo que nunca olvidaría y por eso, todas las noches intentaba encontrar ese sentimiento nuevamente corriendo por mi cuerpo.

"Ojala tenga suerte y encuentre una buena presa"

Mis pensamientos reflejaban mi deseo de volver a sentir aquello. Levantándome de la vereda en la que me hallaba sentado, comencé a caminar por aquella luminosa noche de luna llena.

Parloteando con rudeza con su mentalidad, con esa otra yo que le amenazaba con golpearse la cabeza con la primera pared que se encontraran, todo por esas pastillas que desgraciadamente ya eran algo escasas. El sonido de las patrullas la incitaron a esconderse detrás de un árbol... bueno, un nuevo prototipo de árbol geneticamente modificado, así como ellos, claro, que a ella le fue de maravilla, solo ojos fosorecentes que brillaban con la intensidad de un foco tóxico, verde como la lima. Habría sido más  de una coincidencia si hubiera resultado ser una mujer gato, tenía los ojos de un gato, podría ser algo interesante, aunque ella era el concepto de lo más normal en esa tierra nueva. Unicornios, Angeles, Demonios, Zorros, Zorras... ¡Ha! Entendiendo el punto, había variedad ecléctica en ese geofront, una variedad que revasaba los limites de la imaginación, se imaginaba como su hermana se emocionaría al ver unicornios o chicas princesas unicornios, algo así, seguramente gritaría algo como "¡Lo necesito!". Necesidades, las necesidades en ese momento ya se etsaban dicipando, pero, había alguien, un hombre, un ente que ya había visto en ocaciones pasadas, seguramente, el lugar era pequeño y las personas contadas.

- Diferente no significa ni bueno ni malo, pero ciertamente significa que no es lo mismo...


Intento quizá en bano atraer la atención del hombre aquel que se movía con gracia en la oscuridad, se le hacía extrañamente encantador, como un amuleto de la suerte en utilería russa, si, ordinario pero encantador. Se tenían a una distancia considerable, y sus miradas estaban fijas, o eso era en parte de la ojos jade. Su voz se volvió ronca.

- Me asusta que te asuste lo que pienso: Me piensa tu silueta cuando cansa; Me canso de decirte que me canso, y pasa que no pasa nada.

Estaba caminando por la oscuridad del camino, cuando comencé a escuchar una sirena de policía. Me buscaban???, no,no había hecho nada malo como para ser perseguido, por raro???, tampoco, muchos tipos del lugar eran más raros que yo teniendo cuerpos de ángeles, demonios, murciélagos, etc; nada me sorprendería si me encontrara alguno de estos, pero por ahora había estado trabajando no como un ciudadano normal, sino como coyote, buscando cadáveres y robando sus pertenencias luego de investigar de donde eran, era un simple carroñero.

Una voz en la noche percató mi mirada la cual cruzó mis dos citrinos en sus ojos. Desde la distancia en la que estábamos, solamente se veía la silueta, y mientras más intentaba divisar algo, veía unos ojos verdes penetrantes. Decidí acercarme al escuchar su juego de palabras mientras recitaba mi contra versión.

-Tendrás problemas si al recitar, me tratas de desafiar, y más aun si me has de embaucar con una mentira para mi intelecto derrotar-

Era divertido saber que me podría enfrentar contra alguien. Por otro lado, aunque sabía de que la otra persona tendría un poder desconocido, mi hibrydación me había hecho temerario a tal punto de creerme un poco indestructible, sin embargo mi sabiduría era lo que me hacía precavido a la hora de acercarme y pelear. La noche era mi aliada, y yo podría regenerarme siempre y cuando no fuere herido con los objetos específicos y en el lugar específico.

Sorpresas te da la vida, y sorpresas le das a la vida. El tipo le había respondido de forma hábil sin lugar a dudas, pero tampoco era algo que se esperara, un poco de juego habría sido lo apropiado, o interesante. Unas cuantas sirenas más se escuchaban en la noche tintada de abano con luces artificiales, dentro de poco, si seguían avanzando por esa zona se encontrarían con los toques de media noche, canciones que amenguaban el ambiente, tenía esa bella característica en las calles, siempre tener una melodía para la hora que fuera.

Los codos pegados a la cintura, las manos danzando sutilmente mientras se acercaba a al... ¿Ojos verdes? Curiosamente se veían ojos similares a los de ella, o quizá solo era un reflejo de la noche, un engaño, una ilusión. Con un ligero taconeo se paso de largo al tipo y le dio una ligera vuelta, se estaba divirtiendo al mirar cada detalle, cada aspecto, línea, curva, textura, una de sus manos se aventuro a tocar el cabello del ajeno.

- ¿Qué eres? ¿Qué haces? ¿A dónde vas?

Preguntaba directa aun pasando las yemas de sus dedos por él, no se había molestado en preguntar su nombre, si fuera una persona educada tendría que decirlo por su boca propia. Pero, ¡Hey! ella no era una chica educada tampoco, por lo que su nombre sería un misterio, a menos que los dos fueran unos no-educados todo el tiempo, quien sabe, ella solo buscaba saber, conocer, divertir.

- ¡Vamos a romperle la nariz a alguien!

Grito sin importar la hora, pero con un rostro inescrutable, solo un efecto de su subconsciente.

Mi juego de palabras había pasado a ser que la joven comenzara a tocar mi cuerpo, mi pelo, mi rostro, mi piel, una que a diferencia de la de una persona normal, era fría, como si se tratare de tocar un cadáver. Las cálidas manos de la chica solo me provocaban un gran deseo de sangre que comenzaba a revolotear por mi cabeza. El fino cuello de la pelinegra era un deseo aún más exquisito que el de beber sangre de un muerto.

-No sabes nada de mi, y yo no se nada de ti. Si trabajaremos juntos, sera por confianza o temor a lo que el otro pueda llegar a hacer???-

Mi objetivo era recalcar la capacidad que teníamos desde que nos cambiaron el código genético. La confianza en los demás por ahora era nuestro peor enemigo. Había que ser cauteloso si se quería sobrevivir, y yo sabía que con esto de las transformaciones muchos que sufrieran cambios como los míos no podrían caminar por el sendero del bien por toda la eternidad, no, ahora estaba condenado a servir al demonio a cambio de mi deseo insaciable de obtener sabiduría, y con este cuerpo, me era más importante experimentar que estudiar.

La niña comentó sobre ir a golpear gente, un deseo tan bárbaro que antes podría haber rechazado, sin embargo ahora era algo que me gustaría hacer, quería mi primer presa y para ello luego la bebería para saciar de una vez este sentimiento de hambre que me atormentaba cada vez que veía un ser humano. Dios nos enseñó que para que no nos hagan lo que no queremos, no debemos hacerlo nosotros primero, y por ende no actuaba de mal modo, sin embargo eso era cosa del pasado. Un mundo con muchas reglas tiene una en principal, y es la anarquía. No se llegará a nada si se reprime a la gente a un punto de que deban hacer lo que los líderes quieren, está demostrado en la historia. Revolución francesa, la monarquía constitucional española fueron obras que se crearon por el pueblo, no por las autoridades.

-Me parece bien, pero no has dicho tu nombre, y en este mundo no esperes cortesía de nadie a menos que tu primero seas cortés-

Mantuvo una sonrisa estática después de un rato, elevaba tanto la comisura de sus labios que se podría decir tenía el toque malicioso de una chiquilla esperando un dulce ensangrentado, curiosamente creo esa es la analogía más fuera de la realidad que ha tenido Sophie en un buen rato. Fingiendo con esa detallada sonrisa algo más que esperanza, si, una nueva palabra de las tantas que ha de tener la cabellos abano en su vocabulario, las ansias comenzaban a carcomerla, sus manos temblaban aun si sus codos pegaban directo a su cintura. Los niños con ADHD deberían entender ese sentimiento que la ojos verdes experimentaba cada vez más. Con la alta expectativa de que el hombre le dijera que si, que se fueran a por putas casi, que había omitido completamente lo primero que dijo el hombre frío, porque si, estaba frío, como una lapida, o peor, claro, no tanto como un hielo, pero es entendible.

El sonido de las canciones after midnight ya comenzaban, eran relajantes, como de piano pero a la vez tenían ese toque tenebroso que daba más de un escalofrío a la piel blanca, elevando su vestido levemente frente a las brisas de madrugada, se cayeron dos pastillas de uno de sus bolsillos. Antes de correr a levantarlas las palabras más motivadas del frío hombre se colaron por sus oídos, así como parte de la canción, eran una mescolanza intrigante pero mientras en sus dedos tuviera esas pastillas, se sentía más tranquila. De un bocado y sin agua, así con solo aire en su boca, se tomó su elixir de madrugada, para después recomponerse levemente, casi como si fueran magicas y una voz más suave, relajada, menos temblorosa y postura más firme hablara.

- Sophie Stonem, luces rojas, sin hibridación, plasmido oscuridad. ¿Serías tan gentil de decirme tu nombre?



Terminó de recitar a detalle y con amabilidad, formalidad, sus labios que se había mordido un poco para denotar esa sangre que corría por ahí se formaron para dibujar una delicada sonrisa color carmín.

La joven había respondido amablemente la acusación de mi parte. También logré ver como unas pastillas caían al suelo y ella ingería una de ellas. No quise preguntar, todos tenemos nuestras rarezas ahora y si esa era su manera de sentir bien, entonces era un problema de ella.

-Staz Muller, luz roja, híbrido de... mierda!.-

Quedé estático observando los labios de la chica que eran manchados por un líquido rojo escarlata que emanaba para mis sentidos el olor a hierro respectivo de la sangre. Rápidamente de mi chaqueta saqué un bote que contenía un líquido rojo, y destapando el frasco dejando que saliera un fuerte olor a hierro que hasta una persona normal olería y comencé a beberlo con muchas ganas. Una vez terminado tire el frasco al suelo dejando que se resquebrajara y devolviendo la mirada a la joven que seguía con sangre en sus labios por lo que quede atontado en ellos.

-Creo que lo mejor sera buscar una víctima.-

Pode soltar unas palabras débiles y tartamudeadas. Tenía mucho deseo de abalanzarme sobre ella y morder su cuello, o quizá de primero limpiar la sangre en sus labios, pero era la primera persona que me mostraba amabilidad en este frío mundo por lo que solamente aprovechando que ella me había tocado antes limpié una gota de sangre que corría por su rostro y entre vueltas me llevé el dedo a la boca para probar su gusto. Algo extraño, no deberían tener el mismo gusto? no, no es lo mismo la sangre fresca que la embotellada, aparte cada persona tiene un gusto distinto y no tendría problemas de probar a cada una de este mundo y experimentar con ellas.

Las risas no se hicieron esperar en lo que parecía ser una expresión mierdosa, realmente alterante el hecho de que se mordiera el labio pues fue casi al instante el efecto, ese movimiento, acción, bueno, el teatrillo completo le había dado pistas sobre más que una hibridación mierdosa. Además, ese olor, ese penetrante olor a hierro que bien podría ser sangre o un higado en descomposición ¿Qué? Sophie se conoce muy bien los organos en descomposición, por situaciones que la ha situado la misma vida. Estaba a punto de soltar algo más elocuente, pero el tacto en su rostro la distrajo, aunque estaba a la defensiva un ligero gruñido se escapo de sus labios tintados de carmín, al parecer la estaba probando, más que acatar a su hibridación.

- El hierro puede oxidarse con facilidad.

Menciona con algo de rudeza pero aun dulzura, como un dulce duro pero de sabor a cereza, indescriptible quizá es su forma de hablar, menos lo sabra ella. Dando un leve giró con sus piernas comenzó a caminar en otra dirección, ya se había hablado sobre buscarse una victima, victima de cualquier tipo, siempre y cuando tuviera un contraste a su color de psique, aun dudaba de la naturaleza del hombre que la acompañaría, mucho menos sabría su nombre. Oh no, espera, si lo sabía, solo que no le importaba demasiado por ser fácil, casí como si se tratara de un hipo, molesto, que le dejaba un mal sabor en la garganta, pero que aun así era necesarió pronunciar.

- Entonces... Staz, staz... staz... zats... tazs... ¿Listo para danzar con la noche? Porque yo tengo un lindo cuchillo que quiere ser blandido en el cuello de alguien...